El Político

El Político debería tener la valentía de navegar contra la corriente; conocer los grandes temas y, al mismo tiempo, saber bajar al pequeño territorio; debería elegir el diálogo para llegar a conclusiones, sin renegar de sus principios morales a fin de poder transmitirlos.

Ha de tener limitaciones y no ser soberbio.

Debería de enriquecerse de las opiniones de los otros, buscando lo que une, nunca lo que divide

Debía volver a convertirse en una persona y que no sólo creyera en las estadísticas sociológicas sino en la gente real, no sólo en los informes que recibe cada mañana o en los consejos de expertos, sino en sus sentimientos o en su conciencia cuando le habla en momentos determinados, para comprender más que para explicar.

Es verdad que muchos todavía piensan que la política es sólo para políticos y partidarios, y entonces se limitan a criticar la corrupción, la ineficiencia, la improvisación…, Son los mismos que están lejos de entender que podrían tener un rol positivo en la sociedad, si se transformaran en protagonistas políticos o sociales.

Será quizás una utopía pretender que, si bien los grandes temas nacionales e internacionales integran la acción política, no es posible desestimar la consolidación de lo que para algunos es secundario. España, donde las casi 80.000 personas que forman la clase política están envueltas en un velo informativo sobre el despilfarro de sus privilegios. Donde la casta política se lava los trapos sucios en casa para ocultar sus privilegios.